Decretada la alerta roja y el
inminente peligro al cual estaba expuesta la población, esa tarde se determina
evacuar. Los habitantes en muchos casos tratando de escapar no lograron rescatar absolutamente nada de sus enseres. El mismo día sábado y por los lugares donde se
propaga el siniestro comienza nuestra mayor preocupación, ya que muchos de
nuestros alumnos y compañeros de trabajo vivían en esa zona, por lo que
comenzamos a comunicarnos entre el Equipo Directivo y los profesores viendo si
se encontraban bien y si había antecedentes a esa hora de alumnos afectados.
Esa noche fue sumamente compleja, desde
toda la ciudad se podía ver la magnitud del incendio que acompañado por fuertes
explosiones generaba un ambiente aún más complejo.
El día domingo de manera espontánea nos reunimos en
el Liceo el equipo directivo, profesores, asistentes de la educación, centro de
padres y lo más destacable, un gran
número de alumnos que comenzaron a subir a los cerros a fin de ayudar a remover
escombros y llevar alimentos preparados a los afectados. Esa misma mañana comenzamos a organizarnos,
se crearon varias comisiones, una de ellas se encargó de llamar
a cada uno de los alumnos a fin de ver cómo se encontraban, en muchos caso no
se obtuvo respuesta por lo que se mandaron cuadrillas para averiguar que les
había ocurrido.
El reporte final arrojó que había: 60
alumnos de la jornada diurna, 15 de la jornada vespertina, 1 profesora y un
gran número de ex alumnos que perdieron sus hogares más otro número que si bien
lograron salvar sus viviendas sufrieron robos o bien sus cosas se estropearon
producto del agua, quedando totalmente inutilizadas.
El liceo de manera espontánea, sin ser centro de acopio comienza a recibir
ayuda tal como: ropa, alimentos no perecibles, medicamentos, ropa de cama, etc. En un comienzo proveniente de vecinos y personas anónimas; luego de la
Municipalidad de Santa Juana(octava región), colegio Alemán de Valparaíso,
colegio Saint Paul, Universidades
Católica, Andrés Bello y Valparaíso; Hotel Neruda de Santiago, campaña una
mochila un cuaderno, etc.
Esa semana se suspenden las clases
para los establecimientos de Valparaíso. No obstante, muchos profesores con
todo lo que se había logrado recolectar, elaboraron cajas con alimentos y elementos
básicos de aseo personal. Se habilita un salón para la distribución de ropa y
se les comienza a prestar ayuda a las familias que comienzan a llegar al liceo,
tanto de alumnos y ex alumnos. Es
importante destacar que la ayuda se entrega a todos los miembros de las
familias afectadas e incluso para aquellos alumnos que tenían familiares
damnificados.
Una de nuestras mayores
preocupaciones era que estos alumnos cuando se integraran a clases no se
sintieran discriminados por no contar con su uniforme e implementación
deportiva, sin embargo, recibimos ayuda por una motivación personal del la
Promoción de 1964 en dinero, con lo que se compró buzos, parkas y poleras. El centro de ex
alumnos reunió fondos con lo que se logra adquirir zapatillas para los
afectados.
Finalmente, aun hay mucho que hacer
con estos alumnos que lo perdieron todo, pero
si se puede rescatar algo de esta tragedia es el sentido de Comunidad y
unión que se generó con los miembros del Liceo Eduardo de la Barra, no nos queda más que agradecer a todas las
entidades que colaboraron de una u otra manera con esta noble y gran causa.
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